San Juan de los Lagos

San Juan De los Lagos

CON ALHARACA bullanguera, con repiques y cohetes, con música de mariachi y de bandas que atruenan el aire, con cantos y oraciones, con devoción profunda y a veces con manifestaciones de una religiosidad populachera, así se estremece hoy la ciudad de San Juan de los Lagos en las fiestas de La Candelaria.

En un recuento de siglos, la Feria de San Juan reúne a visitantes de todos los rumbos de México y de más allá de las fronteras, en multitudes tantas y en tan desbordado alboroto que ya se sabe cómo el Padre Hidalgo pensó aprovechar esta concurrencia y lanzar desde aquí el movimiento de la insurgencia.

Y causa asombro, llena el alma de emoción, saber que tanto bullicio, la afluencia de miles y miles de peregrinos, tiene por centro una imagen cita pequeña, también de pasta de maíz, también deleznable y pobre. En ella se hace viva la expresión de una fe, arraigada en los siglos y hecha carne y sangre, sudor, y amor de los fieles que la van a venerar.

No podía faltar como en otras imágenes, de otros santuarios y de otras poblaciones, la leyenda con su acento aromoso y amoroso.

Es el caso de unos cirqueros que venían de San Luis Potosí en recorrido de pueblo a pueblo, exhibiendo en cada uno su destreza y habilidad que dejaba boquiabiertos a los ingenuos lugareños.

En uno de los números de la función, tenía una chiquilla que saltar encima de un cerco de puñales; las dagas puestas de filo hacia arriba para causar el suspenso de la concurrencia. Un desafortunado error de la cirquera le hizo caer un día sobre aquella estramancia de cuchillos que le causaron muerte instantánea.

El maromero padre de la criatura quedó consternado; la madre se deshacía en llanto; el pueblo se estremecía en compadecido horror. Y alguien sugirió antes de ir a sepultar a la niña, que pidieran a una cierta Ana Lucía, india encargada de asear la primitiva capilla del poblado, que les permitiera traer y poner sobre el cadáver una imagencita vieja, apolillada y retirada del culto que se guardaba por allá en un desván de cosas viejas. Según habían oído decir a la india, esa olvidada escultura tenía manifestaciones que muchas veces habían asombrado a la devota indígena.

Trajeron la imagen y en el acto, cuentan las crónicas, la niña recobró la vida y de allí comenzó la devoción a la imagen de María que cambió el nombre del pueblo de San Juan de Metzquititlán, ahora bajo la advocación de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos.

Desde entonces resuenan por estos días las alabanzas y los ruegos, los cantos de amor y las manifestaciones de gratitud por favores concedidos a los devotos que acuden en piadosas romerías.

San Juan De los Lagos-1

Allí la hermosa Basílica con sus airosas torres y sus sonoras campanas; allí la majestad de este templo, uno de los más bellos de Jalisco, todo de cantera roja y su balaustrada con artística verja de hierro.

Hoy San Juan de los Lagos es la capital espiritual de Jalisco.

Deja un comentario