Sayula

Sayula

HASTA QUE LLOVIÓ en Sayula…hubo algún desocupado guasón a quien se le ocurrió la expresión que ha andado por todos los rumbos y ha hecho que por ella, se hable de Sayula, se le conozca en toda la geografía nacional.

Por lo que parece, la frase se dice para celebrar un suceso que se había esperado largo tiempo.

Hay que pensar en el sentido figurado, no en la realidad de la expresión, porque Sayula se asienta en un valle pródigo, donde las lluvias regulares, la extracción del agua del subsuelo, pintan llanadas de exultante verdor. Se trata de un horizonte de alfalfares y de un cerco de hortales en producción.

Los entendidos en topo nimias explican este como: «Lugar de las moscas»; tal vez sea así porque según dicen, al cacique o señor principal del tiempo de los españoles, un tal Hittlizúchil le exasperaba el acoso de las moscas.

Sayula ha sido desde sus tiempos más antiguos cabeza principal, señorío de rango y poder en amplia región que disputaba importancia con la antigua Zapotlán; todo esto por el nombre y la figura de D. Alonso de Ávalos que conquistó esta prehispánica ciudad y la convirtió en capital de la provincia de su nombre.

El señorío de Sayula está en su mismo trazo urbano: una espaciosa plaza, su severa parroquia, el convento franciscano con diseño arquitectónico en amplitud y belleza acorde a los más famosos conventos de la colonia, sus fachadas en dignidad y concierto y las arquerías que se rodean de su plaza principal en esa tendencia gótica curiosamente repetida en otros pueblos de la región.

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Por lo demás, tiénense aquí una serie de festividades tradicionales que le dan importancia regional, como las fiestas del Carnaval con sus ruidosos «recibimientos», desfiles, corridas de toros, serenatas, música y bullicio desbordado.

Y la muy antigua de origen indígena semana «del Ramos» antes del propio Domingo, a la cual acuden y en la cual participan gentes de toda la comarca, unos a vender y otros a comprar, pues la semana tiene carácter de una feria regional con puestos preferentemente de loza, colocados en los portales y a la anchura de las calles que rodean la plaza.

Ahora la celebración «del Ramos» ha perdido el esplendor que tuvo en mejores tiempos, cuando por diversos rumbos del pueblo se instalaban mesas de caneleras y en diferentes calles hasta cinco o seis tablados donde presentaban concursos de bailes regionales, con la alegría, la tradición musical de estos pueblos y el gusto por la danza en diferentes modalidades.

Al Iado de las mencionadas manifestaciones populares, tiene Sayula rasgos de una aristocracia espiritual en la figura de hombres sabios, políticos, filántropos, investigadores, artistas, que darían lugar a un listado interminable, horizonte luminoso en la historia y en la vida de Sayula, igual a aquel horizonte de verdor y vegetal lujuria donde se asienta.

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