Tecolotlán

Tecolotlan

SE DOLÍA EL AIRE en aquel enardecido y rasposo afilar de las cigarras, o de las chicharras como decimos en el bárbaro pueblo.

El sol se derretía y derretía el horizonte en angustioso latido de fuego; y las chicharras, abiertas las alas de color pardo, gemían, gritaban, pedían con desesperación la lluvia.

Así llegamos a Tecolotlán; una cañada en el abrazo de dos colinas que forman un cuenco amoroso para que en él se remanse la calle larga, en trazo de eternidad que, con las mínimas transversales, compone el dibujo urbano de este pueblo.

La plaza inmensa con sus flamboyanes estremecidos de rojo, ellos mismos como una exhalación de lumbre, como un hervor que sale de las entrañas de la tierra; zumbador de llamas contra el zumbador del sol.

La iglesia parroquial, con su dignidad arquitectónica: pilastrones, capiteles, macetones dóricos y la torre, todo en aires de una basílica bizantina, armoniosa y rotunda, con una renovada linternilla en ansias de cielo.

San Agustín de Tecolotlán, según el bautizo de los franciscanos que le pusieron así, cediéndole honor al Doctor de Hipona que en ello mismo, pensaron, daban honor y alabanza al Poverello.

Estos padres agustinos plantaron convento y construyeron la primera iglesia de Tecolotlán cuando agonizaba el mil seiscientos; y aquí estuvieron hasta el año de 1799, cuando la iglesia pasó a cargo del clero secular.

Pero hay referencias de alto lustre acerca de los primeros tiempos de este pueblo cuyo nombre según dicen, quiere decir, «Lugar de tecolotes», en la autorizada voz de Fray Antonio Tello:

» … su conversión fue por el Padre Fray Juan de Padilla y los otros religiosos que asistieron en el Convento de Tzapotlán, de donde fueron administrados… lo que agora es la guardianía de Tecolotlán

En el año de 1566 se adjudicaron los pueblos de Atengo, Tenamastlán, Tecolotlán y Ayotitlán a la doctrina del Convento de Coculan, segregándolos de la de Autlán, hasta el año de 1599 en que se hizo (aquí) Guardanía y fue por primer guardián el P. Fr. Bartolomé de la Vaya…

Los pueblos de visita que tiene son Tenamastlán, Atengo, Soyatlán, Tepantla, Ayutla, Itztlahuacán, Exotla, Xuchitlán, Atotonilco y Ayotitlán y en todos hay hospitales donde curan los enfermos, fundados por orden de los religiosos».

Muy significativo y muy honroso es el cuidado del Padre Tello en dar puntual noticia de los ires y venires de Tecolotlán, cuando se establecían los esquemas de evangelización, y de un lugar a otro, y entre el otro y los demás, queda finalmente Tecolotlán señoreando la región.

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Pero hay un dato más enaltecedor aún, según lo manifiesta D. Gabriel Agraz García de Alba, tecolotlense de cepa y enamorado de los entretelones polvosos de la historia; y es éste: que el mismo Fray Antonio Tello fue Guardián del Convento de San Agustín de Tecolotlán el año de 1649.

En esta circunstancia caben honores que pocos conventos y pocos pueblos pueden ostentar. Y más, si como cree el mencionado historiador, en este lugar, bajo esta luz, en el cálido vapor de los flamboyanes que deshojan astillas de fuego, escribió Fray Antonio Tello la última parte de la Crónica Miscelánea de la Santa Provincia de Jalisco.

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