Tlaquepaque

Tlaquepaque

LLEGABAN, SE ASOMABAN Y al punto quedaban rebosando amor por Tlaquepaque, los pueblecillos y asentamientos indígenas de la comarca.

Quién sabe qué embrujo tuvieron estos pueblos, sabe qué bebistrajo enhechizaba a quienes llegaban por primera vez: su aire luminoso, sus perfumadas huertas, sus arroyos en corriente azul; el carácter de sus gentes, la palabra amistosa, su música, su danza… ¡Y sus moles!

Cuando Nuño de Guzmán llega a Tonalá, dice Mota Padilla que «trajeron muchas gallinas de la tierra, miel, maíz y frutas y a poco fueron llegando todos, gastando más de 20 días don Nuño en recibirlos de paz y visitar sus pueblos que son Tonalá, San Martín, Coyula, Zalatitán,

Tlaquepaque, Tololotlán, Toluquilla y otras rancherías que después se han fundado».

Unos años después, no muchos, llegaron los misioneros, el primero, Fray Alonso de Ponce en 1586, se asoma a Tlaquepaque …

«Traspuestos muchos puentes de piedra y arroyuelos llegó el padre a un pueblo de mucha vecindad, donde lo recibieron los indios con música y fiestas y arcos y concurso de gentes».

Desde el otro lado del mar una famosa soprano, Ana Bishop, oyó hablar desde Inglaterra, de un cierto pueblo nombrado acá San Pedro Tlaquepaque y en 1849 hace viaje llena de curiosidad; luego describe su hallazgo en tercera persona:

«Antes de entrar a la ciudad, pasaron por una aldea, o más bien un pueblo pequeño y simpático llamado San Pedro, con sus elegantes casas de campo, residencias de la gente de moda de Guadalajara, rodeadas de grandes jardines, bien cultivados, llenos de naranjos, limoneros y manzanos, formando cuadros encantadores .. «

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Y los poetas… quién puede decirlo mejor que los poetas; quién mejor que don Manuel Altamirano, a propósito de lo que fue Tlaquepaque como centro de recreo donde veraneaban las familias linajudas de Guadalajara.

«San Pedro es un lugar de recreo con lindas casas de campo y bien cuidados jardines… sobre las cercas cubiertas con millares de parietarias, se asoma la oscura copa del nogal, el zapote de hoja brillante, la magnolia con sus grandes y blancas hojas, y el naranjo con sus pomas de oro… el plátano se confunde a veces con sus anchos abanicos con los ramajes del albaricoque, y el chirimoyo se cubre de flores a la sombra de la higuera. El granado se cobija bajo las ramas del olivo y el limonero y el manzano parecen alargarse mutuamente sus aromáticos frutos… «

Pero San Pedro tiene otros muchos títulos que le dan relieve en Jalisco y en México; así el hecho de haber sido escenario donde se proclamó la Independencia aquí, el 13 de junio de 1821, a la misma hora en que las campanas de Guadalajara daban la bienvenida a la imagen de la Virgen de Zapopan.

Con ello, la fama de su alfarería, cacharros frágiles de barro donde se lleva y llega el alma de Jalisco a todo el mundo.

Eso y más todavía, las tradiciones, el bullicio, los colores, los signos que configuran el auténtico perfil jalisciense, con su birria, sus mariachis en la Feria de Junio, o en la fiesta del Señor San Pedro, en que todavía no hace muchos años hacían fila, a pie, en burro o en calandria, cientos, miles de tapatíos por la añosa calzada a la sombra de eucaliptos que fue el Paradero, a vivir en San Pedro el alborozo de cada 29 de junio…

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