Tequila

Tequila

DE ALGUNA MANERA debería decirse que llegar a Tequila es llegar al corazón de México, pues no hay otro lugar, con un producto de origen que sea más conocido y mencionado en el mundo entero.

Pero Tequila, la ciudad, fue antes que el famoso licor. La fundación de este pueblo data del 15 de abril de 1530, años antes de la fundación definitiva de Guadalajara.

Correspondió a Cristóbal de Oñate la pacificación de los indios de esta región y el empeño por hacerlos descender de un cerrito denominado «El Chiquihuitillo» donde se habían afortinado a la presencia de las huestes españolas.

Establecida la amistad entre unos y otros, bajaron los indios y aceptaron la proposición de paz de aquellos hombres. La palabra amorosa de los misioneros ablandó resistencias y así comienza el primer trazo de aquel pequeño caserío bajo la insignia de Santiago.

Los fundadores de este pueblo debieron quedar subyugados de la luz del aire, de los paisajes que abarcaron con la mirada. Ellos, los conquistadores, fueron conquistados por los primores del color que ponía la primavera y se levantaba como una bandera ante la cual hubieron de rendir vasallaje.

Y ya desde muy antiguo se comenzaron a descubrir las particularidades del clima y tierra para el cultivo de un cierto agave del cual empezó a destilarse una bebida según rudimentarios sistemas, que se tornó desde entonces como signo de identificación de aquel lugar.

Se fija el año de 1600 como fecha en que el Marqués de Altamira y Caballero de Calatrava, don Pedro Tagle, estableció la primera fábrica de Tequila.

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Vino este señor de rimbombantes títulos a la pintoresca población. Lo primero que encontró fueron aquellas extensiones envueltas como en un tul de azulados matices tendido sobre las laderas. Nadie había pensado en la utilidad que pudieran tener aquellas plantas puntiagudas que crecían en impulso natural como otras especies vegetales.

Don Pedro Tagle, conocedor e industrioso y sin duda con experiencia en la materia, empezó a procesar aquellos mezcales y empezó a elaborar la bebida que es hoy uno de los recursos económicos más fuertes de Jalisco, con volúmenes de exportación que superan tal vez a cualquiera otro de los productos nacionales.

Por lo demás, el pueblo está trazado en buena simetría y sus casas y sus calles tienen el sello de una antigüedad que a veces choca con el corte de una fachada que quiere ser modernista y desentona el conjunto.

El templo parroquial, fábrica de imponente grandeza, produce a primera vista la sensación de gravedad venerable; luego, al observar su fachada principal se goza la vista en la contemplación de motivos platerescos de sobria y delicada línea.

En el frontispicio tiene cuatro hornacinas que guardan bellas esculturas en piedra de Santiago, la Inmaculada, el Sagrado Corazón y la Virgen de Guadalupe. De estas cuatro imágenes, la de la Inmaculada Concepción, patrona del Tequila, primer día de su Novenario, es objeto hoy de una celebración popular al modo tradicional y bullicioso de nuestros pueblos.

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