Tala

Tala

ESTE ES UN OCÉANO VERDE al bordo del camino, que va a perderse muy allá, en las orillas del cielo.

Este es un cañaveral con mil banderolas que agita el viento en un blando oleaje; respiración de humedad, fragancia de esta tierra ora tierna y desabrida, ora en el acre y recio dulzor de los melados.

Este es un reino verde, el verde paraíso de Tala. El pueblo se quedo escondido en el cañaveral y desde allá levanta el perfil blanco de su caserío; pueblo que guarda la nobleza de su pasado, el ademán amistoso de sus gentes, el impulso de hombres de trabajo o el dinamismo de una economía con sitio de honor entre los pueblos de Jalisco.

Cuentan acerca de los orígenes de este pueblo, que su fundación data del año 1266, como tributario de Tlajomulco.

y dicen, sin confirmación documental, que los primeros moradores de esta planicie tenían frondosos, verdes y fragantes bosques que sedujeron a los españoles que después de la conquista se quedaron aquí.

Ladinos y correlones los indios burlaban el acoso de amos tan feos que les resultaron sin saber de dónde, ni cómo; y ahí andan unos tras de otros, burlándose y escondiéndose en el bosque.

Pero los hispanos no se dieron por vencidos, y dicen en esto que se oye, suena y sabe a leyenda, que ordenaron fuera arrasado el bosque; ellos mismos y a veces auxiliados por los indios que habían logrado someter, cortaron desde el suelo aquellos gigantescos y hermosos árboles.

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Y sí, claro, de aquí salió el nombre; primero fue Talatitlán, lugar donde se practicó la inclemente tala, y luego simplemente Tala, como le decimos hoy.

Autor de aquel relato, un cierto autor, don Victoriano Soltero Uribe, se deshace en loas a la grandeza, importancia y actual dinamismo que distingue a «Tatenditlán» como dice que le decían en su denominación más primitiva:

«La Villa de Tala está en una de las más ricas regiones cercanas a Guadalajara y se considera como la antesala de ésta, a 48 kilómetros de distancia por la carretera, misma que entronca con la internacional».

La impresión que da aquella extensión infinita de cañaverales difiere de lo que dice el mencionado autor al dar cuenta de una serie de atractivos naturales, fuentes, ríos, y montes que representan un filón turístico.

«El suelo del Municipio de Tala es muy accidentado. Al norte tiene una serranía cubierta de pinos y encinas, a la que se le forma un pequeño valle sinuoso con el río Salado, que le nace en un lugar llamado «Los Pescaditos». Todo su recorrido es hermoso, pero lo que más llama la atención turística, es un salto de 8 metros en el kilómetro 20 de su nacimiento, cuyo nombre es «El Chorro».

Al sureste, está la barranca «Arroyo Hondo», rodeada de bellos cerros por donde corre una corriente de agua cristalina. Al oriente, enormes cerros de donde baja mucha agua que fecunda las planicies del centro.

Esta agua y las presas de San Juan, El Zorcuate, Agua Prieta y Castro Urdiales, propician un eterno verdor en inmensos cañaverales y siembras en que predominan las de humedad».

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