Teocaltiche

Teocaltiche

LA CARGA DEL TIEMPO parece doblar la imagen de Teocaltiche. Ahí están los balcones de hierros ennegrecidos y mohosos, las desolladuras de los enjalbes, el aire dolorido de un pueblo que no puede disimular la marca de los años.

Lo que impresionan los lamparones y grietas en edificios de indiscutible nobleza arquitectónica, el trazo regular de las calles… viene a modificarse luego, al comprobar que debajo de aquella envoltura esta removiéndose el brío de los teocaltichenses, su dinamismo, el afán por sostener el título de tradicional importancia en la región.

Es conocido el relieve que tiene Teocaltiche como cuna de las más preciosas artesanías, productor en grande escala de una variedad de objetos en madera, en hueso, lana y cuero, apreciados en todo el mundo.

Dicen que la fama de Teocaltiche en la elaboración de toda esa gama de piezas artesanales es muy antigua, pues desde tiempo inmemorial «se trabajó aquí la cuchara, la escobeta, el sombrero de palma de trenza de malilla, la churumbela».

En una relación de los artesanos más ameritados, el Dr. Pedro Sánchez Flores en un libro publicado con motivo del Cuarto Centenario de Teocaltiche, menciona a doña Eugenia García que por allá por 1895 «comenzó a trabajar el juguete de vara amarilla ante la admiración de las gentes, por su talla pequeña y su acabado perfecto».

Dicen también que esta mujer fue la precursora del torno «haciendo cafeteras, juegos de te, floreros, jarrones de tipo japonés y de tipo egipcio, fruteras, ensaladeras, azucareras, macetones, tibores, etc, ete.»

En la lista de artesanos que abrieron brecha y dieron relumbre al nombre de Teocaltiche se menciona también a D. Severo Flores, iniciador de la industria del sarape que es aquí anterior y con niveles de belleza y perfección que nadie ha alcanzado.

Otros nombres y otros géneros de artesanías como la del hueso, con don Pedro Coronado y don Juan Delgadillo; la del sombrero con don Andrés Santos y J. Jesús López; la sarapera con don J. Guadalupe Serna y José Jiménez y la del torno con don Andrés de Anda.

En otros campos es obligado mencionar a don Victoriano Salado Álvarez, hombre de letras y de sensibilidad que entendió el significado de nuestros pueblos en el concierto nacional; amó a Teocaltiche y dejó estampas entrañables de su vida, sus gentes, sus tradiciones.

Con ello también, la antecedencia de Teocaltiche en la historia, con presencia y acción en la insurrección de la Cazcana y como centro de proyección evangelizadora en la comarca.

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Luego, los santuarios espléndidos de Jesús Nazareno y de la Virgen de la Soledad, en magnificencia arquitectónica, ahora por cierto en las fiestas de esta iglesia como una catedral, que hacen que el pueblo y la comarca se agiten en participación devota.

Se diría que los cielos grises, de noviembre, ponen en las almas una honda melancolía y que Teocaltiche vive la historia de sus siglos en seguimiento de Jesús Nazareno y de una Madre angustiada; así y sin embargo tienen hoy luces de fiesta, alborozo en las almas, devoción en los corazones.

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